Friday, August 30, 2013

Vacante

Autor : Matthias Müller

Las ciudades viejas… se están desvaneciendo.
Opacadas por su historia, las ciudades viejas languidecen, se desintegran y desaparecen.
El año en el que nací se construyó una ciudad nueva, una ciudad blanca para el futuro, una ciudad que vino de la nada.
Cuando nací, empezaron a construir una ciudad en medio de la sabana. Haciendo una cruz en el polvo rojo, hicieron planes para el mundo nuevo.
Los hombres pusieron una cruz dentro de la arena roja, dentro del polvo amorfo que cubre la tierra. La ciudad descansa su figura lejos del desierto.
En el día de inauguración, una ciudad reluciente es revelada, con edificios que ya no están anclados a la tierra. Un lugar no para ahora, pero para el futuro, una ciudad modelo para el hombre  anticipado y que va a nacer.
"Puedes terminar tu vuelo cuando quieras", me dijeron, "pero llegarás a otra ciudad absolutamente igual. Sólo el nombre del aeropuerto cambia."
El "hombre nuevo" no ha llegado todavía.
Esa noche yo soñé que la ciudad estaba vacía de gente otra vez, abandonada antes de que fuera habitada.
…los habitantes anónimos, viniendo de regiones diferentes, de mundos diferentes.
Las ciudades se unen en un beso. Buscando a otros de su mismo tipo, llevan a ningún lugar.
Mi sombra --una de mis sombras-- se extiende enfrente de , luego se escurre debajo de mis pies y uniéndose a .
Deambulaba --perdido en el sueño de un desierto infinito.
Mejor hubiera  contado una historia diferente.
Me he convertido en vacío. Soy un extraño a los otros y a  mismo y me rehúso pretender que soy familiar o que tengo una historia pegada a mis talones. Soy una copia de carbón de mi forma. He sido tirado dentro de todo esto desde otro mundo y ya no puedo hablar tu lenguaje. Soy un extraño y me estoy moviendo.
El vacío está escondido debajo de una capa gruesa de señales. La ciudad repite sus señales para que pueda empezar a existir.
Todo lo que nos rodea corre hacia la desaparición. Nuestro breve momento es un flash, un destello arqueado que sirve para iluminar la cara de la muerte.
La ciudad se basta a sí misma…un escenario vacío que podría servirse a sí mismo sin actores.
Esta utopía obstinada de belleza se ha convertido en un museo, laboriosamente regimentado, conservando los restos de un sueño destruido hace mucho tiempo. El deseo de permanencia lo hizo un patrimonio intocable, un cadáver exquisito paralizado por rigor mortis.
La muerte es vista en público.
Todo lo que queda ahora es mudo.
Sólo mi chiflido rompe el silencio. Todo lo demás se mantiene callado.
Árboles y piedras son sólo lo que son.
La ciudad no cuenta su pasado, pero lo contiene, como las líneas de una mano, escritas en la esquina de las calles, las planicies, los campos vastos; cada segmento marcado en turno con rasguños y hendiduras.
Cae la noche.
Los edificios atraen los relámpagos.
Cae la noche. Las ventanas se encienden.
En la noche, poniendo tus oídos en el piso, a veces puedes oír una puerta azotarse.

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